Los Riscos Bayos, una maravilla de Loncopué, en clave gastronómica y lúdica

- PRIMEROS VECINOS

Los Riscos Bayos, una maravilla de Loncopué, en clave gastronómica y lúdica
Los Riscos Bayos, una maravilla de Loncopué, en clave gastronómica y lúdica

El establecimiento Los Riscos creó una original propuesta de agroturismo que incluye una caminata por la peculiar formación rocosa.

Aunque todos quedan maravillados al verlos, la mayoría sigue de largo. Algunos paran para sacarse una foto, pero como tienen un destino al cual llegar no se detienen a descubrir unos de los tesoros neuquinos que pocos conocen de cerca y que solo es comparable con dos lugares en el mundo. Se trata de Los Riscos Bayos, las extraordinarias formaciones rocosas que irrumpen en el kilómetro 18 de la ruta provincial 26 -que une Loncompué con Caviahue y Copahue-, en el valle llamado Cajón de Hualcupén.

A dos kilómetros y medio de allí, el Establecimiento Los Riscos inauguró hace años una particular tradición de banquetes para acompañar las caminatas y expediciones a los misteriosos macizos de ceniza volcánica tallados por el viento que se encuentran dentro del predio privado.

"Hace dos millones y medio de años, un macro volcán entró en erupción y las cenizas se depositaron en un lecho seco de un río. Ese macro volcán implosionó y formó la laguna de Caviahue y una de las fumarolas es hoy el volcán Copahue. Después, en la época de la glaciación, dos glaciares chocaron en el Pacífico, empujaron y formaron la Morena de Palo Parado, que está frente a Caviahue. Se dividió en dos: bajando por la izquierda a la Cascada del Agrio y, por la derecha, trazando la huella de Hualcupén. Cuando se derritió el glaciar, hará unos diez o quince mil años, el viento lo fue erosionando y hoy tenemos los riscos de ceniza compactada por los glaciares y erosionada por el viento", sintetizó Carine Ridson, una de las propietarias del establecimiento agroturístico, haciendo gala de los conocimientos que desplegaba años atrás cuando acompañaba a los contingentes que recibía en su campo a caminar por las cautivantes formaciones geológicas, comparables solamente con las que se encuentran en México y en Capadocia, Turquía (declaradas por la Unesco patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1985).

Aunque en 2005 dejó de hacerlo, junto a su familia, Carine inauguró una tradición que al día de hoy se mantiene -en parte- con el sello de su hija Abril, una joven entusiasta de la pastelería que espera reabrir su casa de té en septiembre y, en temporada, ser un eslabón imperdible de la excursión a los Riscos Bayos, que desde Caviahue suele organizar una guía de la agencia La Huella.

Corría el año 1992 cuando, tras destacarse en el programa provincial Jóvenes Emprendedores, Carine, su pareja Eduardo Coscarelli y su tía Maggy Ridson decidieron abrirse camino por cuenta propia con un proyecto de agroturismo. "Sin un mango" lograron plantar grosellas traídas de Bariloche. Con mucho esfuerzo y ayuda, más tarde, hicieron una compra grande de frambuesas para hacer dulce con el objetivo de venderlo en Copahue. Era verano, el centro termal estaba en pleno funcionamiento con turistas que llegaban en avión al aeropuerto de Caviahue, desde Buenos Aires.

En medio de la recorrida Nito Zingoni les ofreció llevar con un viejo colectivo a un grupo de 12 personas al establecimiento. "El tema fue que charló con todo el mundo y juntó 24 personas, así que cuando llegaron tuvimos que estirar los manteles", recordó Carine.

Tras un recorrido por el campo donde les mostraron los animales que tenían y una incipiente huerta, el grupo disfrutó de las tortas, panes y dulces que Carine preparó para la ocasión con diversas infusiones. En medio de la merienda, una señora vio los riscos por la ventana y pidió permiso para acercarse. "Dijo ¿podemos ir a esas piedras? A mi no se me había ocurrido, te lo juro. Nito dijo: 'Si, yo los llevo'. Los subió al colectivo y fuimos a caminar por el risco", contó la mujer.

"Entre que trepábamos por acá y por allá se hicieron las 7, 8 de la noche. En Copahue se servía la cena a las 22 y a las 23 se cerraban los hoteles. Así que como veía que no volvíamos, Eduardo -que se había quedado- hizo un chivo al asador", relató Carine.

"Teníamos una damajuana de tinto y otra de blanco, así que pusimos el vino en botellas para servir con agua. Yo siempre tenía escabeches en frascos, así que los servimos con un poco de ensalada de la huerta y cenamos. Se comieron todo, les pareció todo fantástico. Nos abrazaban, nos daban besos, se fueron todos contentos. Una semana después subimos a Copahue y le dijimos a Nito que nos habíamos olvidado de cobrar, así que a partir de ahí arreglamos un número para que él los llevara de excursión", añadió.

"No había muchas excursiones en ese entonces: estaba Don Riquelme que te llevaba a caballo al volcán y eso era todo", comentó destacando la propuesta dentro de los atractivos del turismo termal.

"Habremos hecho merienda y cena el primer año y el segundo ya la gente nos pedía solo el té o o cena porque era indigerible, muy abundante. Así que decimos hacer cena solamente. Venías, hacías la caminata al risco y cenábamos. Era el chivo al asador y 25 platos para degustar", contó sobre la propuesta inspirada en el Banquete de Babette.

"Era una puesta en escena como decía Maggy. Una obra de teatro. Estábamos todos vestidos de blanco, toda la casa era blanca, mantelería blanca, velas, vajilla de cristal negro. Como plato principal servíamos crepé de atún con cebollitas glaseadas, ciboulette, papas con crema acompañado por ensaladas calientes y frías. Había tabule, escabeche de chivo, conejo, cordero, trucha, todos saborizados con distintas especies. Era una degustación de sabores de la huerta y carnes de la Patagonia. El postre era Mousse de chocolate con crema americana, con una base de un brownie embebido en coñac", precisó Carine sin olvidarse el brindis con champagne con grosellas, el té de menta y la ronda de 17 licores caseros.

"Todo el mundo se iba contento. No era el exceso, era el agasajo, el ritual el disfrutar de las delicatesen en un lugar inhóspito", subrayó Carine y añadió que el evento tenía lugar dos o tres veces por semana durante la temporada alta de invierno o verano.

Volver tras la pandemia

Aunque el banquete de la caminata por Los Riscos finalizó formalmente en 2005, cada tanto se realizaba una versión en formato merienda para los fieles visitantes que se habían transformado en amigos o esporádicamente para algún grupo educativo.

En 2019, Abril, la segunda hija de Carine y Eduardo, decidió lanzar su casita de té en el predio de dos mil hectáreas tras adquirir conocimientos y experiencia durante un año en la Escuela Cocineros Patagónicos. Tras el cierre y las medidas restrictivas por la pandemia de coronavirus, que en Loncopué fueron muy estrictas, la joven emprendedora planea volver al ruedo el próximo 12 de septiembre y abrir solo los fines de semana de 15 a 20.

En el día a día, verá qué proyección tiene su regreso y si en temporada retoma la alianza con la agencia La huella para completar con sus propuesta variada de té, tortas, panes saborizados y mermeladas, la excusión con caminata de dos horas y media en los Riscos Bayos.

Del teatro de Buenos Aires a ser elegidos por Los Riscos

Oriundos de Buenos Aires, Eduardo Coscarelli y Maggy Ridson llegaron a Los Riscos casi de casualidad en agosto de 1978. Ambos se conocieron trabajando en el mundo del teatro, siendo él escenógrafo y la tía de Carine, socia de los célebres productores Lino Patalano y Elio Marchi en los Café Concert La gallina embarazada, El gallo cojo y El pollito erótico.

En medio de terror de la dictadura, Eduardo y Maggy decidieron alejarse de Buenos Aires y, con un dinero que tenían ahorrado, pensaron en poner un complejo de cabañas en las Cataratas del Iguazú o Bariloche, que en ese entonces eran los destino turísticos con demanda todo el año.

Luego de no quedar convencidos con "los mosquitos y el calor" de vida de Misiones, enfilaron para Bariloche, pero nunca llegaron. "En Zapala doblaron a la derecha por una foto que le había dado un amigo francés de ella y llegaron a los Riscos. Eso fue agosto de 1978. Una pareja de franceses los recibieron con mucho cariño y cada vez que se querían ir les decían: 'No, que hay una fiesta en la otra estancia' o 'Hay un cumpleaños'. Así se fueron quedando. En un momento Maggy dijo ' 'vámonos, pero no digamos nada'", relató Carine.

Cargaron todo su jeep, pero al día siguiente la 'huída' se vio imposibilitada por una gran nevada que dejó un metro un metro de nieve. "Entonces Eduardo dijo: 'No nos podemos ir, algo nos está diciendo el tiempo'. En el verano los franceses se asociaron con Maggy y Eduardo en el campo, se fueron a Henderson y no volvieron nunca más", remató entre risas, para luego comentar que su llegada al lugar fue en 1985, año en que nació Azul, su primer hija con Eduardo. Tres años después, la pareja y Maggy vendieron todas las propiedades que tenían en Buenos Aires para adquirir el predio.

Más allá de la lejanía con la gran ciudad, Eduardo y Maggy siguieron en contacto con el teatro trabajando a distancia y entre viajes, armando propuestas para Lino Patalano. Eso les aportaba un entrada económica, al tiempo que Carine y su tía daban clases de plástica en establecimientos educativos de Loncopué. En tanto, Eduardo se dedicaba de lleno al campo.

"Al principio teníamos cría de conejos, chivas lecheras, queríamos apostar a la autosuficiencia y a diversificarnos con gallinitas y plantaciones de fruta fina, pero no era fácil. A nosotros nos resultó más el agroturismo porque no requiere una gran producción y nuestra chacra era más demostrativa", manifestó la docente que junto a sus compañeros de aventuras fueron parte de la creación de la Red Argentina de Turismo Rural y promotores del agroturismo en Neuquén.

En una de esas crisis de la Argentina, en el 91' había muchas estancias, granjeros, crianceros y pequeños productores que tenían problemas para seguir adelante. Nosotros habíamos encontrado esta actividad del agroturismo, entonces en uno de los viajes que hicimos a Buenos Aires con Eduardo, formamos la Red Argentina de Turismo Rural y cuando volvimos a Neuquén creamos el agroturismo en la provincia. Yo trabajé con Turismo para hacer capacitaciones en las chacras y para hacer la ruta del vino, de la manzana. Pequeños recorridos por chacras para que puedan seguir subsistiendo", explicó Carine.

Tras mencionar que su establecimiento estaba abierto para turistas y contingentes de escuelas, la siempre entusiasta emprendedora señaló: "En las visitas nosotros ofrecíamos nuestros productos. En un principio, hacíamos chacinados, jamón de cordero ahumado, escabeche de chivo, de cordero, de liebre, de conejo, dulces y licores. Con los años nos fuimos achicando y me quedé con la fruta fina, los dulces y los licores", aclaró para luego comentar que actualmente Eduardo está trabajando en plantación de bosque mixto con cipreses, maitenes, frutales y otras variedades "Es lo que vamos a dejar de acá a 20 o 30 años. Esos árboles van a ser grandes y darán sombras y frutos. Espero que mis hijos y el resto de las personas que visiten el lugar lo disfruten", concluyó Carine.


Fuente L.M.N.

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