Doña Bica tiene las manos más conocidas de todo El Cholar. Si bien dentro de la localidad de 3000 personas donde vive fue partera de casi todas madres que ya son abuelas, su nombre resuena en toda la provincia y en varios puntos del país por sus habilidades en la cocina. Su jubilación en el hospital local y la cultura de los almuerzos familiares, hicieron que el quincho que tenía destinado para sus hijos y nietos cubra la capacidad gastronómica del pueblo.
Es que El Cholar es una ciudad en donde las mujeres revolucionaron y quieren seguir haciéndolo. Por un lado, según contó Bica, Doña Petrona es la curandera que “le dio vida al Cholar”. “Ella hizo crecer mucho a nuestra localidad que ahora se calmó en esta pandemia”, relató.
Además, esta curandera, que es visitada por personas de todo el país y el mundo, ayudó “muchísimo a las personas del pueblo” generando nuevas posibilidades de trabajo.

“Tiene un poder superior, no sé cuál es, pero curó muchísimas enfermedades y yo lo viví de cerca y gracias a lo que ella hace y genera, cada vez más personas siguen viniendo y hacen que hoy El Cholar esté así”, contó.

La cocina: una pieza de la revolución
Doña Bica empezó a trabajar en 1975, tres años después de que se inaugurara el hospital local. Al cumplir la edad, se dedicó a recibir en su casa a unos 30 familiares todos los domingos. Por la falta de espacio, amplió el quincho en donde hoy funciona su comedor privado.

“Me han dicho muchas veces de hacerlo restaurante y abrirlo al público, pero no quiero que se pierda la esencia. Yo cocino enfrente de los clientes, ellos ven cómo lo hago y qué ingredientes pongo, y eso no me lo dejarían habilitar”, dijo.
Hace unos dos años que empezó a cocinarle a decenas de personas que llegaron a la localidad para ver a Doña Petrona. “Fue más que nada para dar un servicio necesario a los visitantes porque acá no hay nada. Solo un restaurante y no hace comida local como nosotros”, agregó.

El primer año y medio, utilizó la cocina a leña con todos productos caseros. Desde los huevos que utilizaba para amasar fideos o ñoquis hasta la sal extraída con un proceso especial.
Todo casero: desde los fideos y la miel, hasta la sal y la mermelada

“Me peleé muchas veces con algunos políticos porque creo que ellos no entienden que parte del turismo o parte de nuestra esencia es la comida. Acá yo sirvo un plato que por un montón de factores las personas que vienen de todas partes nunca lo van a poder hacer igual o parecido en sus casas. Es decir, yo hago hasta la miel y el dulce casero, ¿en qué ciudad o localidad podrían comer algo 100% natural?”, aseveró.
“Me peleé muchas veces con algunos políticos porque creo que ellos no entienden que parte del turismo o parte de nuestra esencia es la comida", contó Bica.

Con las restricciones de la pandemia, el descanso le llegó a ambas. “Hace ocho meses que se paró todo acá y yo aún no me adapto. Acá somos tres viviendo en esta casa pero cuando cocino siempre hago varios platos de más y mis hijos los pasan a buscar”, río y afirmó que la comida en gran cantidades “tiene otro sabor”.

Si bien la calma se adueñó a esta pequeña localidad en toda la cuarentena, en la última semana el primer caso confirmado hizo que los vecinos “levanten la guardia” y se eleven los cuidados. “Lo que hizo Doña Petrona, sumado al crecimiento de la localidad, es que algunos jóvenes decidan quedarse y formar familia acá”, describió.

Desde su cocina, un refugio de la cultura neuquina, Doña Bica intenta reivindicar la comida tradicional y quiere seguir en la lucha para que su sector sea valorado como corresponde por las autoridades.
“Las personas que vienen a comer siempre me lo reconocen y creo que hace falta que los que tienen poder de decisión se den cuenta”, concluyó esta mujer nacida y criada en El Cholar.
